La tenue luz que entraba por la ventana decoraba el
cuerpo tumbado a su lado, recordaba lo sucedido durante la noche y su boca
pintaba una sonrisa.
Había estado dormida en vida, ella pensaba que vivía
intensamente pero realmente no era así. Y no lo había descubierto hasta que lo
conoció a él.
Fue una casualidad, benditas casualidades, se
tropezaron en la salida de un café y ella casi le tira el que llevaba en la
mano por encima, vaya reflejos tuvo de agarrar el vaso, que estaba en su mano,
y notó una corriente recorrerla entera.
Al levantar la vista y cruzar su mirada con la suya
sintió un cosquilleo por su cuerpo. Él sonrió y ella le devolvió la sonrisa.
Ahí empezó todo, hasta llegar a hoy.
No podía dejar de mirar el cuerpo a su lado y todo lo
que habían llegado a hacer, sus besos, sus caricias que llegaban a incendiar su
piel.
Empezaron la noche de cena, pero poco tardaron en
irse, se tenían muchas ganas, al cruzar la puerta la cogió de la cintura y la
besó, empezaron con suaves besos que fueron cogiendo intensidad, se calentaron
enseguida, ella notó el bulto en los pantalones y bajó la mano suavemente para
acariciar por encima y el hombre dejó ir un gemido de sorpresa al notar su
mano, pero no dejó de besarla mientras la desnudaba.
La cogió en volandas y la apoyó en la pared y con suaves movimientos de la pelvis acariciaba con su polla el coño suave y humedecido de ella. La excitó tanto que estuvo a punto de correrse de gusto. Al notarlo la depositó suavemente en la cama mientras le daba pequeños mordiscos en el cuello y lametones a sus pechos.
Le chupó un pezón dejándolo duro y le dio el mismo
trato al otro, siguió bajando por su estómago trazando un rastro de saliva
mientras a ella se le erizaba la piel. Llegó a su coño y lamió y chupo como si
estuviera muerto de sed, provocando un orgasmo que parecía infinito.
Levantó la mirada y con una sonrisa en la cara poco a
poco acercó su verga a la entrada y muy lentamente la fue introduciendo. No
pudo más que dejar escapar un gemido. La llenaba completamente. Que gusto le
estaba dando. Empezó con suaves embestidas pero les duró poco la suavidad. Tuvo
que ponerse a bombear de las ganas de proporcionar placer que tenia pero es que
él estaba a punto de correrse.
Era tal la intensidad que sentían que no podían dejar
de besarse, soltó un gemido que disparó la eyaculación del hombre, pero no paró
y la tocó hasta que consiguió que se corriera. Se acercó a su cara y la besó.
Se miraron a los ojos fijamente cayendo uno en el
otro, acariciando el alma, siendo uno…..
Fin
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